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💭 A casi 5.000 metros de altura

📍 Langtang (Nepal)

Recuerdos muy nítidos, a pesar de haber transcurrido algo más de 4 años, me embargan de aquella experiencia de ascensión a casi 5.000 metros de altura, en el conocido Valle de Langtang, en Nepal.

«Syabru Bensi», el poblado donde comienza la aventura

Se trata de un recorrido de dificultad moderada, apta para cualquier tipo de persona sin graves problemas cardiorrespiratorios o de movilidad. A pesar de eso fueron 3 días completos de ascensión a un ritmo de unas 9 horas de caminata diaria.

La subida fue fácil y ligera durante la primera jornada, estando medianamente en forma como estábamos, hasta que alcanzamos los 2.500 metros de altitud. Una vez superada esta barrera, el cuerpo comenzó a pesarnos como si nos hubieran cargado los bolsillos con piedras.

La mañana del segundo día amaneció helada y ligeramente nevada. Las temperaturas habían registrado unos mínimos de -13 grados centígrados durante la noche. Pero las vistas de aquel paisaje completamente natural, con la nieve y la niebla envolviéndolo, eran una maravilla.

Así amaneció nuestro segundo día de aventura

La nieve hizo su aparición final al poco de nuestra segunda jornada de ruta, complicando un poco la ascensión pero haciéndonos disfrutar de su enriquecedora presencia.

Completamente sudados, sin dar apenas cuenta del frío debido al ejercicio físico realizado, llegamos a nuestra parada diaria para reposar y recargar energías, en forma de pasta e hidratos, como es habitual, a una altura de algo más de 3.000 metros sobre el nivel del mar.

Comenzamos la tercera jornada de ruta y aquí el paisaje se iba presentando más espectacular a medida que íbamos ascendiendo. Las nubes se abrieron para dejar paso a un cielo completamente limpio y de un azul intenso, los caminos estaban visibles a pesar de la nieve de alrededor, y la caminata final se convirtió en un placer a la vez que un tormento. Las piernas pesaban toneladas, el corazón latía profusamente, pero los sentidos, sobre todo el visual, no hacían más que deleitarse con las hermosas vistas.

Las pocas dudas que me habían invadido puntualmente acerca del «porqué» de aquella aventura se esfumaban a cada paso que daba, porque aquella experiencia finalmente estaba mereciendo la pena completamente.

Unas horas más tarde, frente al despejado cielo del mediodía, comenzamos a vislumbrar un precioso conjunto de casas y edificios muy coloridos.

Se trataba del poblado de Kyanjin Gompa, a 3.800 metros de altitud, donde pasaríamos nuestra última y helada noche, pues las temperaturas llegaron a descender aquella madrugada hasta los -23Cº.

Increíble paisaje de Kyanjin Gompa

Una vez alojados e instalados en el que sería nuestro hotel, ascendimos al Kyanjin Ri, a 4.700 metros de altitud, coronando uno de los picos más altos del lugar y disfrutando de unas vistas maravillosas.

Regresamos al poblado cuando se acercaba ya la noche, y con ella el impresionante frío nepalí.

Un famoso «yak» nepalí

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